Tú que caminas en el abismo y eres capaz de sonreír.
El frío personificado para quién no sabe tratarte,
la cuna de la felicidad para el que sabe aprovecharte.
Imaginas el cielo que te llama desde los confines
imperceptibles de la libertad.
Huyes de la tempestad a saltos, te dejas caer por acantilados.
Muestras los espíritus libres con sus alas ardientes;
sonríen lágrimas de fuego...
Aprenden a volar y cogen el camino que su alma dicta,
sin más sentido que encontrar la pieza que falta en el puzzle.
Ninguna parece encajar,
pero nada es lo que parece.
¡¡Salud y Libertad!!