miércoles, 19 de septiembre de 2012

¿Arte? ¿Dónde?


Ovaciones al son de las trompetas, gritos de gratitud a un asesino disfrazado de payaso. La música se detiene durante un momento, el público espera en silencio que el payaso termine su función. Después de unos instantes angustiosos por fin lo escucho, puedo apreciar como la gente babea de satisfacción cuando el pobre animal indefenso cae desplomado al suelo entre un gran charco de sangre que tiñe su piel de un tono rojizo intenso.


Hay quién disfruta del rojizo intenso durante un atardecer, y hay quién sólo es capaz de disfrutar al ver la sangre correr.